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Fernando Mesa González (Sasá), la memoria de Candelaria

Turroneras, pilones, alumbrado y cine afloran en sus recuerdos

     La voz nostálgica de nuestros mayores nos lleva siempre al recuerdo, a un pasado que enriquece nuestro acervo cultural. En mi artículo de este mes quiero dar paso a una de las voces que con propiedad puede hablar del ayer de nuestra Villa Mariana. Se trata de Fernando Mesa González, más conocido por Sasá.
     Nuestro personaje nació en 1924 y es el estereotipo del candelariero conversador y amable. A cada pregunta nuestra la enlaza con un rosario de anécdotas curiosas e interesantes que trataré de resumir en esta entrevista.


- TENIENDO COMO VECINA A LA VIRGEN DE CANDELARIA ¿QUÉ RECUERDA DE SU NIÑEZ?
     “Recuerdo que la procesión se realizaba por la playa y llegaba hasta la Cruz Pérez. Me acuerdo de verla con cuatro o cinco años. Delante de la iglesia vieja ponían siempre tres arcos y también por la calle de la Arena hasta la de Cruz Pérez. Por las fiestas de agosto venían las turroneras con sus cajas llenas. Cuando las viejecitas se dormían bajo la luz de los carburos algunos niños iban calladitos y agachados, cogían una caja de turrón, se la echaban al hombro, y se la llevaban a la cueva de la Campanilla, que está en la Magdalena, por el barranco del Martín, allí se la comían. Eso hacían esos bandidos”.


-¿QUÉ ME PUEDE CONTAR DE LA LAGUNETA, HOY PLAZA DE LA PATRONA DE CANARIAS?
     “Cuando el barranco venía con agua hacía una zanja de arriba abajo, llevándose la arena. Luego cuando el mar estaba malo subía y  formaba la laguneta. Después iba echando la arena para arriba y hacía un lomo que hasta que no hubiera marejada fuerte no subía el agua. Había mareas vivas, unas marejadas terribles. Aquí jugaban al fútbol, bueno, se empezó a jugar en El Molino, cerca de la Magdalena, hoy carretera del Polígono y autopista. Había dos campos, uno para mayores y otro para niños. Luego, jugaron aquí, frente al Convento, y cuando empezaron a construir la basílica había que allanar el escombro para poder jugar. De la Laguneta se pasó al campo que estaba frente al ayuntamiento nuevo, donde están los aparcamientos. El padre Juan le puso el nombre de San José, porque el primer partido de fútbol que se jugó fue el día del santo, en 1960”.


-¿ES VERDAD QUE SE PASABA CAMINANDO DE SAN BLAS A SAMARINES POR LA PLAYA?
     “Sí, se pasaba cuando la mar estaba vacía. Vete a pasar hoy que hay más de cuatro metros de profundidad. Donde está el muro de San Blas era toda playa. Cuando era pequeño, y a marea vacía, algunos vecinos paseaban por la playa, se decía que buscaban restos de la corona de la Virgen que se llevó el temporal de 1826. Cuentan que alguien se encontró un pedazo de corona de oro.  Recuerdo que cuando un temporal se llevó las casas que habían en la avenida, quedaron al descubierto unas aceras hechas con calladitos de la playa”.


-¿QUIÉNES PRACTICABAN LA ALFARERÍA?
     “Recuerdo a las Cha Miquelas, vivían  en Santa Ana, donde vivió Nemesio. El horno lo tenían detrás de casa de Benítez, en la zona conocida por el Cantillo.  En el Pozo estaba Candita”.


-¿HÁBLEME DE LOS PILONES?
     “Donde están actualmente los servicios municipales, debajo de las escaleras que van a la Plaza de la Patrona, allí íbamos a buscar el agua que traía el barranco del Martín. Hacíamos un agujero en el revuelto que dejaba y salía agua dulce. Duraba porque eran pilones grandes que estaban llenos de agua. Cuando se acababa íbamos al pilón de “El Mal Paso”, frente al cementerio y finalmente al de “El Saltadero de Cho Andrés”, que estaba más arriba. Allí era la última que íbamos a buscar. Cuando no había agua dulce bebíamos de los pozos. En la calle de la Arena casi todas las casa tenían pozo”.


-¿QUÉ RECUERDA SOBRE LOS INICIOS DEL ALUMBRADO PÚBLICO?
     “Cuando no había motor que generase corriente para el alumbrado público existían tres farolas que se encendían al atardecer: una en la esquina del convento, otra en Callejón de Cartas y la tercera en la Cruz Pérez. Se encendían con petróleo o aceite. El primer motor de luz eléctrica fue el de Víctor Rodríguez Cruz.  Estaba en un cuarto de su vivienda, donde hoy está Mercadona. A las once de la noche se apagaba el alumbrado. Gracias a este motor se pudieron proyectar las primeras películas mudas en Candelaria”.


-¿Y EN QUÉ CINE SE PROYECTABAN ESTAS PELÍCULAS?
     “En el cine de Pancho Rodríguez Cruz, hermano de Víctor. Fíjate lo chico que yo podía ser que me decía mi madre que mi padre era el portero. El salón estaba en la calle de la Arena, donde hoy está el edificio de Juan Castellano.   Más tarde lo arrendó Juanito Cruz. Después vino uno con una propaganda para darlas sonoras. Estuvo haciendo unos trabajos… metió un cable en un tubo.  Dio la película por medio de un disco pero, a veces, no compaginaba el sonido con la imagen. Aquello no dio resultado.
     Después quitaron el cine de ahí y el padre de Francisco y abuelo de Marisol, conocido por Ángel Medina, lo puso en los salones de D. Sixto Machado. De aquí pasó al cine de Mascareño el año 1957. Recuerdo que el primer operador fue el padre de Melo (Francisco Fariña Castellano). Después estuvo Melo (Manuel Fariña Nóbrega).  De taquillero ejerció Agustín Expósito Otazo y de acomodador Paco, hermano de Melo. El portero fue  Manolo, el de maestro Brito (Manuel Brito Rodríguez), y en la cantina estuvo primero Ricardo Figueras González y  luego Ignacio Castellano Perdomo”.


     De esta entrevista, muchas preguntas con respuestas curiosas, quedan pendientes, pero con las expuestas anteriormente creo haber conseguido proyectar parte de una película con destellos de un pasado irrevocable.
                                                                      

Número 66 - Junio de 2007

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